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Cinismo ‘Made in China’

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‘Campaña contra las drogas en Pekín’, titulan algunos diarios patrios, cuando la persecución no es al vendedor sino al consumidor: el clásico pardillo que paga por darle caladas a un porro mientras Sanlitun, infestado de camellos nigerianos, no es ni vigilado ni limpiado, salvo si se acerca la celebración de unas Olimpiadas. Cuando residí en aquella locura olímpica, que por aquellos años era pre, vi con mis propios ojos el cinismo chino: los negros vendían drogas (marihuana, cocaína y pastillas) apoyados en la entrada principal de la comisaría central de Sanlitun –barro putero, discotequero, expatriado y diplomático, que ahora se ha visto sometido a otra dictadura: la de los centros comerciales para parias– mientras los policías hacían la vista gorda en una clara muestra de concordia con sus tallas. Ni me invento su nombre, pero un camello me lo explicó, corría el año 2009: “La policía nos permite vender. A cambio nos pide información sobre quiénes compran y sus números de teléfono móvil”. Luego descubres que el que polemiza, en vez de no renovarle el visado por esas causas –algún periodista crítico sufrió este tipo de indecencia–, es expulsado del país por llevarse a muchachas de pago a casa o por beber más de la cuenta. Y si te pillan con restos de farlopa en los orificios nasales miel sobre hojuelas.

Para darle empaque al asunto han elegido de conejillo de indias al hijo del basuresco Jackie Chan, un personaje deleznable que cuando China estaba encerrada en sí misma cobraba de Hong Kong exigiendo “libertades” en China y que ahora que China tiene parné se permitió el lujo de criticar el sistema democrático de Hong Kong, el mismo sistema que vio nacer a su hijo, Jaycee Chan, en los Estados Unidos de América. El joven renunció a su pasaporte americano inmiscuyéndose en la extraña dualidad Hong Kong-China y ahora tendrá que llevar en el talego su penitencia. Su papá, que acababa de protagonizar una campaña contra las drogas, ya vuela hacia Pekín, con siete botes de lubricante, un par de rodilleras de portero de hockey patines y cheques en blanco. Posiblemente el hijo pagará para que la opinión pública no vea más agujeros negros diferenciadores entre los ricos y los pobres.

Pero lo que nadie comenta es que esta campaña contra el drogodependiente oculta su verdadero plan: expulsar a extranjeros; porque a los escasísimos chinos que se drogan y los pillan los encarcelan y si eres extranjero directamente al aeropuerto, como cuando para pedir un visado de trabajo te hacían las pruebas del SIDA, un sin sentido ya que en China hay bastantes más casos de SIDA que en cualquier país del llamado ‘primer mundo’; y si dabas positivo te expulsaban, “para no contagiar”.

Los mismos policías que hacen la vista gorda con el que trafica –¿es que a nadie le llama la atención que en toda China sólo vendan los nigerianos, por miles, y que no exista visado alguno para la mujer nigeriana?– rastrean en centros de ocio de Pekín donde de antemano se sabe que el 90% de los clientes son extranjeros y el resto desean serlo.


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